Según cálculos de Tierragro, aproximadamente 250 mil mascotas participaron en la edición número 24 de la Caminata Canina.

El olor característico de los perritos, ese que se parece a la levadura de maíz o a los Cheetos, invadió el ambiente. Ladridos, mezclados con jadeos, se escuchaban a lo largo y ancho de la carrera 70, junto a la estación Estadio del Metro. Aunque fueron miles de perritos, cada uno con una particularidad, la imagen podría resumirse en una sola: muchas colitas de todos los tamaños y colores abanicándose de felicidad.
Los 3.5 kilómetros que se recorrieron en la caminata se convirtieron en la pasarela de shih tzu, pomerania, pinscher, cocker, schnauzer, labrador, golden retriever, husky, pitbull, rottweiler y muchos otros que, aunque no les antecede una raza a su nombre, tienen la misma característica de todos que es el amor desmedido por sus humanos. También desfilaron otros animales como gatos y conejos, sin embargo, en su mayoría fueron los perros los que participaron.
Perritos con flores, perritos subidos en canastas de bicicletas y en coches; perritos con ponchos y sombreros; perritos con gorras en carrozas adornadas y perritos engalanados no más que con su pelaje, atrajeron la atención de muchas personas que, emocionadas, retrataron la belleza y dulzura de estos amigos perrunos.
Los protagonistas
El pelaje de Cloe es blanco y esponjoso. Lisbeth Graterol, su humana, la peinó, le acomodó sutilmente unas pequeñas flores amarillas en sus orejas y la vistió con un traje típico antioqueño, de esos que llevan falda y blusa de boleros. El de Cloe, además, tenía unas cintas de los colores de la bandera de Colombia.
«Es una pomerania adoptada. Llegó a nuestra vida en condiciones de maltrato y nosotros quisimos darle mucho amor. Hoy la trajimos a la caminata vestida como una princesa para que socialice con otros perros y pase un rato agradable», sostuvo Lisbeth.

También es el caso de Micael, un cruce entre golden retriever y labrador que Daed González adoptó hace ocho años. Su propósito fue brindarle mejores cuidados y tener un compañero que le diera amor incondicional. «Yo quería un perrito pequeño y cuando lo adopté me dijeron que era un freench poodle, pero al tiempo empezó a crecer y resultó que era un cruce», cuenta González entre risas.
A su primer desfile, Micael llegó engalanado con una silleta hecha en cartón y flores plásticas, y un poncho acompañado de un carriel y una pañoleta roja. «Todos han tenido que ver con él, nosotros estamos muy felices de que pueda disfrutar de estos espacios», puntualiza González.

El propósito del desfile
Desde hace 24 años, Tierragro organiza la Caminata Canina. Al inicio era ajena a la programación de la Feria de las Flores, pero hace unos años logró integrarse y desde eso ha tomado mucha importancia como un evento de ciudad.
«Esta caminata hace un aporte muy importante a la cultura de Medellín frente a la tenencia responsable de las mascotas. Los objetivos de este espacio son reunir a las familias y celebrar a aquellas que aman a los animales», asegura Marisela Sánchez, directora comercial de Tierragro.
La caminata duró aproximadamente tres horas. Los perritos caminaron contentos por la carrera 70 hasta San Juan y descendieron por esta vía hasta conectar con Carabobo, después llegaron hacia el Sur hasta la calle 30. Durante todo el recorrido, puestos de atención médica, de hidratación y piscinas para mojar las patitas hicieron que el trayecto para los peluditos fuera seguro.
Además, entidades como la Policía, los Bomberos y un equipo amplio de veterinarios y auxiliares del Politécnico Ciandco, acompañaron todo el recorrido. «Los espacios de hidratación y de descanso son fundamentales para que sus almohadillitas no sufran golpes de calor y puedan refrescarse. Además hace presencia un equipo de veterinarios para que ante cualquier eventualidad las mascotas puedan recibir toda la atención», asegura Diana Marcela Santacruz, Subsecretaria de Protección y Bienestar Animal de Medellín.
Este evento es uno de los más emotivos y significativos de la Feria de las Flores. El corazón de estas festividades es que todos los habitantes de Medellín puedan encontrarse en un sentir común y eso, indiscutiblemente, se logra haciendo parte a los compañeros incondicionales: las mascotas.