La trova es patrimonio de los antioqueños y todos hemos escuchado alguna vez a trovadores pícaros e ingeniosos que nos sorprenden con sus rimas improvisadas. Un arte que tiene una ciencia detrás.
Con rapidez mental, ingenio y vastos conocimientos de gramática y cultura general, los trovadores han deleitado a sus audiencias con coplas que arman al instante. Esto les ha garantizado un público que los sigue para disfrutar de sus rimas y agudeza para las palabras en festivales y tertulias alrededor del país.
Los primeros trovadores fueron arrieros. Se reunían después de las faenas de trabajo e improvisaban versos al ritmo del bambuco y del pasillo. Desarrollaron el oído musical a punta de práctica y atención. Hoy, las escuelas de trova se han encargado de perfeccionar este arte y hacerlo más accesible para niños, jóvenes y adultos.
Juan Felipe Salazar es el director de la escuela de trova de la Asociación de Trovadores de Colombia. A sus 27 años ha ayudado a desarrollar una técnica para la enseñanza del repentismo junto a Elkin Carvajal, trovador de vieja data quien es actualmente el director de dicha entidad.
“Nos dimos cuenta de que puede haber niños que nacen con aptitudes para la improvisación, pero igualmente se necesita trabajar ese don. Por sí solo no sirve para nada. También hay otras personas que no nacen con ese don y con el tiempo se inquietan por la trova y empiezan. Entendimos que se puede aprender a trovar siguiendo un riguroso proceso pedagógico», afirma Elkin.
Así nació el Laboratorio del Verso Improvisado con el que buscan generar un espacio adecuado para la enseñanza de la trova. En 2015, Juan Felipe comenzó a inquietarse por mejorar su desempeño como trovador y se dio a la tarea de investigar sobre esta práctica.

No es solo improvisar
“Los trovadores siempre decían: ‘¿quiere aprender a trovar?, pues trove’. Pero pensamos que no es tan razonable que solamente trovando se aprenda. Debe haber una pedagogía, entonces empezamos a buscar los elementos básicos de la trova: la métrica, la rima y la construcción. Además, el trovador debe manejar muy bien el conteo de las sílabas porque si los versos no son octasílabos, se dañan», cuenta Juan Felipe.
Los artistas empíricos entrenaban el oído a punta de práctica, y no era tan difícil. En el español, una gran cantidad de palabras son octosílabas, o al menos suenan como si lo fueran. Además, el ritmo de la trova, que viene del bambuco, ayuda a que «caigan en la nota».

“Todo el tiempo estamos diciendo frases octosílabas sin darnos cuenta. Por ejemplo ‘ya me voy para el trabajo’, ‘el almuerzo está caliente’ o ‘ya se largó el aguacero’ son frases comunes que son octosílabas”, manifiesta Salazar.
Esto llevó a que el proceso en el Laboratorio de Verso Improvisado fuera mejorando. “Le pusimos lupa al verso octosílabo porque encontramos que si el trovador coge la técnica, puede llegar a mecanizar mucho más fácil el verso, en vez de repetir y repetir sin saber que hay un camino más fácil”, dice Elkin, quien comenzó a trovar viendo a su hermano Germán Carvajal, más conocido como Minisicuí, uno de los repentistas más famosos del país.
Aprender, aprender y aprender
Elkin y Juan Felipe se han dado a la tarea de actualizar la trova, de mostrarles a niños y jóvenes que es un arte que puede hablar de temas actuales y que aún está vigente. Con esta idea formaron la Liga Nacional de la Trova.
“Hemos pensado que la trova se nos quedó un poco en el carriel, en el sombrero y el poncho. Pero hay muchos niños que están influenciados por los géneros urbanos, como el reguetón y el rap, y por eventos como las ‘batallas de gallos’. El tema del bambuco y las cuerdas no les llama tanto la atención, entonces el oficio del trovador como lo conocemos tiene que cambiar», expresa Carvajal.
Por esto, la apuesta de la Liga Nacional es hacer una nueva versión de los festivales, en la que los trovadores tengan encuentros con más choque de habilidades entre ellos, como en las batallas de rap.
Para AstroCol y el Laboratorio de Verso Improvisado, la trova es un proceso bello, que rescata lo mejor de la tradición paisa, pero son conscientes de que debe transformarse para mantenerse a flote. Solo de esta manera continuará este oficio y así surgirán nuevos trovadores, ya sea que nazcan o se hagan.
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