Harley Medellín: historia de una pasión que traspasa fronteras

En el Desfile Héroes de la Patria, que se celebra el próximo domingo 14 de agosto, habrá una gran variedad de motocicletas y a la cabeza de todas ellas irá Wilson Correa, un motociclista de vieja data. Esta es su historia. 

Cuando Wilson compró su primera Harley Davidson, en 2002, en Texas, Estados Unidos, se le acercó un hombre, le extendió la mano y le dijo: “Bienvenido al mundo harlista. Tú no acabas de comprar una moto, acabas de comprar una pasión. Es un estilo de vida”. Wilson lo miró escéptico porque no sabía el mundo de posibilidades que se le venía encima.

Hoy, años después, es el jefe de capitanes de ruta del capítulo Harley Medellín, un grupo de hombres y mujeres apasionados por las motocicletas Harley Davidson, que se reúnen a recorrer el país montados en las máquinas que llaman la atención a donde vayan por su majestuosidad.

Vueltas de la vida

Wilson Darío Correa nació en Itagüí, Antioquia, hace 53 años. Es el menor de tres hermanos y emigró a EE. UU. cuando tenía 16. Compró su primera motocicleta a los 27, una Honda clásica con la que salía esporádicamente a recorrer las calles del país norteamericano. Así se fue enganchando con las ‘rodadas’, aunque no lo hacía muy seguido por falta de compañía y no le gustaba ir solo.

“Yo veía las Harleys y decía que nunca me iba a comprar una porque la moto que tenía era igual de bonita o más y me había costado la mitad, pero un día me comenzó la picazón. Estaba en Nueva York y pasé por un concesionario, las vi y fue como un flechazo”, relata.

Ahí comenzó un ritual. Por trabajo, Wilson debía viajar por varios estados de Estados Unidos y cada vez que llegaba a una ciudad nueva, buscaba el concesionario de Harley y las observaba. Finalmente, se decidió a comprar una, por la ‘goma’, para saber que se sentía montarla. Lo que encontró fue su segunda familia.

La vida en familia

“En todos los concesionarios de Harley Davidson tienen un chapter o capítulo. Es decir, un grupo de personas apasionadas por las Harley que hacen rodadas y eventos de toda clase. Cada capítulo tiene su director, vicepresidente, secretario, tesorero. Cuando compré la moto, automáticamente empecé a hacer parte de ellos”, asegura el motero.

“Cuando miré al hombre que me la entregó, el capitán del chapter, me di cuenta de que tenía un jean que decía Harley Davidson, la correa, la bandana y las botas eran de Harley Davidson. En ese momento no le presté atención, pero con el tiempo me di cuenta exactamente de qué era lo que estaba pasando. Esto es más que una afición, es una pasión. Tienes ropa de cama, camisas, chaquetas, todo con la marca Harley”, cuenta Wilson.

Su primera salida con el grupo fue un sábado y, a partir de ahí, empezó a rodar cada vez que podía sin importar si era un día de trabajo, vacaciones o fin de semana. Desde entonces no ha parado y a llegado a recorrer 24.000 kilómetros en un año.

Mucho más que una pasión

Los harlistas se consideran una familia y fue esto lo que más le llamó la atención a Wilson. Estos hombres y mujeres realizan eventos masivos cada año, en los que se reúnen personas de todo el país y, en ocasiones, de todo el mundo.

Las películas de Hollywood han alimentado una imagen ruda de los harlistas: hombres grandes, con largas barbas y actitud intimidante, pero eso es solo parcialmente cierto. En Estados Unidos aún prevalecen grupos así; sin embargo, la mayoría de Harlistas en Colombia son hombres y mujeres de familia, con trabajos comunes y corrientes.

El uniforme que los caracteriza en la carretera es la vestimenta negra y de cuero, que obedece a un tema de comodidad y seguridad. «Si voy a un viaje de aquí a Bucaramanga con un pantalón blanco, se va a ensuciar. Como son rodadas largas, es mejor tener ropa oscura que se puede poner varias veces. Con respecto al cuero, es un material que da más protección en caso de caídas», argumenta.

Rodando en las montañas

Cuando regresó a Colombia, comenzó a hacer parte del capítulo Harley Medellín y logró recorrer grandes extensiones del país. Ha llegado hasta México, Costa Rica, Ecuador, Perú y Paraguay, pero sueña con recorrer nuestra nación de punta a punta. “Todavía viajo y me quedo anonadado con los escenarios que tiene Colombia, los paisajes son increíbles. Yo viví 33 años en Estados Unidos y son muy pocos los paisajes que se le comparan”, comenta.

Sin embargo, ser harlista en Colombia no es fácil. La accidentada geografía no les permite andar a las velocidades que desearían y que las motos de alto cilindraje les exigen. “En EE. UU., vivíamos en una tierra que era casi toda plana, pero cuando ya vine aquí es una cosa totalmente diferente».

A donde sea que vayan, la gente los saluda. Se quedan fascinados por el tamaño de estas ruidosas máquinas, poco comunes en las calles de las ciudades. La policía los suele parar en carretera, pero para tomarse fotos con ellos y para hacerles preguntas curiosas.

Hermandad, libertad y lealtad

Para Wilson, ser harlista no solo se trata de tener una moto exclusiva y costosa. “Esa pasión nos da más esperanzas de vivir. Siempre esperamos las rodadas, los eventos, la camaradería. Es mucho más que una moto, es un estilo de vida completo. Cuando te metes al harlismo, te enseñan sobre hermandad, libertad y lealtad”.

Este domingo, el capítulo Harley Medellín celebrará uno de sus eventos más importantes: el Desfile Héroes de la Patria. En este participan cientos de harlistas que recorrerán las calles de la ciudad en homenaje a los soldados del país. Todo lo recaudado irá a la Fundación Protección Héroes de la Patria, una entidad que ofrece servicios jurídicos a integrantes de las Fuerzas Armadas.

Continua explorando más de los eventos, historias y curiosidades de la feria aquí.

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