Aves fantásticas del Valle de Aburrá y cómo encontrarlas

Por Maria Paula Hernández
Cientos de viajeros llegan cada año en búsqueda de las más de 500 especies de aves que alguna vez han sido vistas en parques, bosques y laderas de la ciudad. Le presentamos una guía para que usted también se anime a pajarear en época de feria.
 
Están allí todo el tiempo, anidando en el cerro El Volador o dando un paseo por el Jardín Botánico. Pueden observarse desde las ventanas de las casas y en muchos lugares de Medellín basta cerrar los ojos y prestar atención para escuchar el canto de algún pájaro merodeando en un árbol cercano.
Es difícil establecer con exactitud cuántas especies de aves viven en el Valle de Aburrá. Debido a las transformaciones de las condiciones ambientales, mientras nuevas especies van llegando a la ciudad, otras van despareciendo. Sin embargo, a pesar de estas variaciones, el área metropolitana se posiciona como una de las zonas con mayor diversidad de aves en Colombia.
En el Global Big Day 2020, concurso internacional de observación de aves organizado por el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, en el que Colombia recibió el primer puesto a nivel mundial por cuarto año consecutivo, Medellín fue la ciudad que más avistamientos aportó en el conteo, con 523 especies.

No es para menos. Antioquia concentra una serie de factores que la sitúan como un lugar estratégico en el mundo para practicar el avistamiento de aves, como aseguró Jaime Parra, biólogo de la Universidad de Antioquia, estudiante de doctorado en Ecología de la Universidad Nacional, miembro de la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO) y pajarero de tiempo completo. 
Parra explicó que el departamento está ubicado al norte de Los Andes y en la cordillera central, y esto lo convierte en paso obligado para especies migratorias que entran a Suramérica. “Estamos muy cerca al istmo de Panamá y a zonas que tienen intercambio de fauna con varias regiones. Compartimos mucha diversidad con Centro América. Somos la puerta a Suramérica”.

Además, el Valle de Aburrá cuenta con una variación altitudinal importante: entre estas montañas es posible encontrar alturas desde los 1.400 hasta los 3.100 metros sobre el nivel del mar, aproximadamente. “Son más de 1.500 metros de variación. En el mismo espacio geográfico encontramos zonas con características similares a las de un ecosistema de páramo cerca de San Félix, zonas intermedias de montaña, y otras con características similares a las de tierra caliente, por ejemplo en la salida de Barbosa y hacia el río Porce”, agregó Parra.

Otras especies están aquí por intervención del hombre. Algunas llegaron atraídas por el cambio climático que ha sufrido la ciudad y otras han sido liberadas del tráfico ilegal. “Es el caso de los loros o las guacamayas tricolor, que no son especies nativas de acá pero ya se ven en muchas partes de la ciudad. Lo mismo sucede con el chupahuevo, el gorrión de tierra caliente, la maría mulata y el tordo llanero. La composición de especies va cambiando. Nos llegan aves desde los valles de los ríos Magdalena y Cauca”, indicó el pajarero.

Guía para principiantes  
Aun si nunca lo hemos hecho de manera profesional, es posible que todos hayamos pajareado alguna vez en nuestra vida. Ver aves y deleitarse con su canto es una actividad común en el país con más especies en el mundo.
Aquí hay algunos consejos si quiere empezar a dedicarle un poco más de tiempo a esta actividad y adentrarse en el mundo del amor por las aves. 
“Si uno quiere, puede empezar a hacerlo desde la casa”, asegura Paula Saravia, bióloga de la Universidad CES especializada en fauna urbana, y pajarera desde hace ocho años. Tras adquirir algunos conocimientos generales, puede adquirir unos binoculares y salir a buscarlas de una manera más activa en casi cualquier lugar de la ciudad, agregó.
Los implementos:
Todo depende del nivel de profesionalismo con que se quiera realizar la actividad. Además de los binoculares, que serán útiles para ver detalles como los anillos en los ojos, el paseo puede acompañarse con una cámara con suficiente alcance para registrar especies. Además, una grabadora –o la que tiene incorporada el celular– puede ser útil para registrar los cantos de las especies halladas en el camino.  
Los lugares:
“Hay muchos sitios interesantes como los cerros tutelares El Volador y Nutibara, dos pulmones verdes que son un paso importante para aves migratorias”, explicó Saravia, y agregó que también están otros sitios como las quebradas que hay a lo largo de la ciudad y que se convierten en corredores de fauna claves, como lo es el Parque de la Presidenta. “Allí hemos visto aves migratorias, aves nocturnas, todo tipo de aves, a pesar de que es un lugar tan en la ciudad”. 
Las épocas del año: 
Las aves endémicas o nativas de Colombia pueden verse durante las diferentes épocas del año. Sin embargo, para ver especies migratorias, la pajarera recomienda el mes de octubre, cuando empieza el frío boreal del invierno en Canadá y Estados Unidos y miles de aves empiezan a migrar. Estas especies son visibles también en abril, cuando inicia la temporada de retorno a tierras del norte del continente.
La información: 
Hay diferentes plataformas y aplicaciones libres y gratis –o a precios muy asequibles– que pueden descargarse en el celular, para empezar. Saravia explicó que, por ejemplo, la Universidad Cornell de Estados Unidos, que es la entidad más respetada en cuanto a aves en el mundo, ofrece una guía de aves llamada Merlín, aplicación que permite descargar paquetes de guías según el lugar geográfico en el que vaya a realizarse el avistamiento. 
Para no afectarlas:
Saravia recomienda tener cuidado con el flash de las cámaras a la hora de tomarles fotos y evitar poner grabaciones de cantos de aves para atraerlas. “Eso lo practica mucha gente que pajarea, pero se desconocen realmente las consecuencias que puede generar sobre los individuos, como ponerlos agresivos o desorientarlos”. Así mismo, el flash de las cámaras puede generar una ceguera temporal en las aves que las haga más vulnerables a depredadores o las haga chocar si salen a volar asustadas.

Algunas especies para empezar
Guacharaca Colombiana (Ortalis columbiana): Una de las especies endémicas del país. Es un símbolo por lo fácil que es reconocerla en diferentes lugares de la ciudad. Se ve en varios sectores urbanos como El Poblado, el Cerro Nutibara y el Cerro El Volador.
La Perdiz Colorada (Odontophorus hyperythrus): es una especie muy común, pero verla requiere un poco más de paciencia. Para llegar hasta ella, hay que buscar las zonas de la ciudad con ecosistemas de bosques andinos nativos, como las partes más altas de las laderas.

Tapaculos de Stiles (Scytalopus stilesi): se trata de una especie poco común y solo es visible donde hay bosques de niebla alto andinos, como el Alto de San Miguel.

Habia copetona (Habia cristata): es una especie rara, pero que puede observarse en el suroccidente del Valle con remanentes de bosque por debajo de los 2.200 metros sobre el nivel del mar, por ejemplo en la vía Caldas – Angelópolis.

 
Cacique Candela (Hypopyrrhus pyrohypogaster): es una especie común pero visible en zonas con remanentes de bosque andino, en ladera y partes altas como el parque El Salado en Envigado. 

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