
La bisabuela de Samuel Atehortúa es una de las pioneras de los silleteros. Se llama Blanca Ligia Atehortúa y desde que él tiene memoria, la recuerda año tras años, dedicando todo su esfuerzo y esmero a crear su silleta.
Aunque desde pequeño se ha involucrado en la elaboración de la silletas, este año es diferente. La emoción de crear su primera obra de arte lo ha desbordado de emoción y asume que quiere hacerlo por el resto de su vida. “Gracias a mi padrino yo aprendí a armar las silletas y se siente muy lindo poder desfilar lo que con tanto amor hice”, aseguró.
La silleta de Samuel evoca la unión de la naturaleza con el hombre. “Tiene unas patas de animales y una mano de hombre como símbolo de unión. También tiene un árbol que representa nuestras raíces”, contó mientras se acomoda el sombrero del traje de silletero, que luce con orgullo por primera vez.
Un trabajo de toda la noche
Este domingo, en la previa al majestuoso desfile, los silleteros de Santa Elena armaron sus silletas y ajustaron los últimos detalles para lucirse ante más de 150 mil espectadores que desde temprano llegaron a la avenida del Río y a los diferentes lugares por donde recorrió el desfile.
Él también se quedó toda la noche en vela acomodando las flores que componen su silleta, y ayudando a su bisabuela y a su padrino. “En mi familia desfilamos con tres silletas, entonces yo no me podía ir a dormir sabiendo que a ellos todavía les faltaba”. Un gesto de amor y solidaridad, valores tan característicos de estas personas que son orgullo y razón de ser de la Feria de las Flores.
En Samuel era evidente la emoción por el momento del juzgamiento, porque venía decidido a quedar entre los finalistas. “En la categoría junior se juzgan todas las silletas juntas, entonces yo espero que en esta primera experiencia a mí me vaya bien, quiero quedar entre los finalistas”, dijo.
Para Samuel ser silletero significa “llevar al hombro, no solo una silleta sino los sentimientos y los pensamientos de otras personas”, concluyó.