«Tengo que vivir cantando hasta que me muera»: Muerdo

Ilustración: cortesía Juan David Gallo G.

Pascual Cantero o Muerdo es un cantante español que se presentó en el Escenario Conexión de la Feria de las Flores 2022. Cerca de 5 mil personas disfrutaron de su música. Nos contó sobre su proyecto artístico.

Eran las 10:26 de la noche del miércoles cuando dijo desde la tarima la siguiente frase que bien podría definir su música o su vida: “Queremos un mundo donde quepan muchos mundos”. Vestía ropa blanca, holgada y un collar en mostacilla que le caía hasta la mitad del pecho.

Muchas de las personas que estaban en el Parque de la Resistencia habían ido a verlo. Y, con la incapacidad de aceptar los finales que tanto cuesta, los espectadores gritaron varias veces el famoso “otra, otra” cuando es obvio que el concierto acaba. Lo hicieron esperando que su voz inundara de nuevo el lugar y así fue dos veces más.

Es Pascual Cantero, aunque su nombre por sí mismo a veces no basta, sino la forma con que se le conoce como músico: Muerdo. Estaba cantando por primera vez en la Feria de las Flores y en Medellín por segunda vez este año.

A sus 17 años, este cantautor español descubrió durante un campamento de verano que su voz, una combinación entre dulce y áspera, tenía algo que atraía.

«Recuerdo que sacaba la guitarra y veía que se armaba un corro muy grande. La gente se acercaba ahí y le gustaba escuchar. Ahí fue que dije: ‘igual puedo vivir de esto'», cuenta Pascual. Hoy, a sus 33 años, ese pensamiento de vivir del canto es una verdad.

Luego de la prueba de sonido que acabó antes de las 2:00 de la tarde, reservó unos minutos para conversar sobre su carrera artística y su visita a Medellín.

¿Cuándo surgió el vínculo con la música?

«Viene desde chico. Mi abuelo tocaba la guitarra. Fue el primero que me enseñó a cambiar las cuerdas, a afinar. Luego, mis papás tuvieron la gran idea de comprar un piano que siempre estuvo en casa, aunque ellos no tocaban. Entonces los cuatro hermanos aprendimos piano desde chiquitos y nos inculcaron ese amor por la música. Ya en la adolescencia se convirtió en algo potente. Fue en esa época en la que uno está autoafirmándose y tiene tantas cosas que decir. Nos atraviesan tantas cosas. Ahí fue cuando llegó el enganchón fuerte con la música».

Tu música ha acompañado el proceso personal de muchas personas, ¿por qué crees que pasa esto?

«Creo que mi música nace de procesos personales que son duros. Yo la utilizo para sanar, para poner en orden mis ideas, para transmutar mis propios procesos negativos en algo bello y sacar algo en claro. Todos pasamos por los mismos procesos y creo que a la gente la acompaña por eso. Porque nace desde ahí, de un proceso de sanación y al compartirla es como si la gente hiciera su propia medicina».

Has dicho que a veces sientes que las canciones te llegan desde otro lugar, como si fueras un canal para expresar. Y, aunque tu música no podría catalogarse como espiritual, para muchos sí conecta con el espíritu.

«Creo que las canciones no son nuestras. El artista, no solo en las canciones, sino en cualquier producción artística, recoge del inconsciente colectivo, del entorno, y lo pasa por su filtro y de ahí se materializa en algo. Pero no nos pertenecen. Uno se abstrae y se para a pensar: ‘¿esto lo he escrito yo?’ Porque realmente no nacen del intelecto, nacen de otro lugar».

Si tu proceso de creación es tan personal, ¿alguna vez has hecho canciones por encargo?

«Alguna vez lo he hecho, pero no ha sido una experiencia muy satisfactoria. Para mí, el momento de la composición es algo muy íntimo, sagrado y espiritual. Entonces, hacer canciones sin sentirlas propias es un poco prostituir ese momento».

En el discurso de muchas personas, la pandemia aparece como una experiencia que transformó su vida de alguna manera. ¿Para ti cambió algo?

«No cambió nada, en absoluto. Para mí lo que ha sido es una gran putada a la que no le encuentro ninguna forma de romantizarla. Todo esto de ‘saldremos mejores’ es mentira. Ahora, lo único que ha habido es más control social, más polarización y más peleas entre nosotros. Se evidenció una incapacidad total de cuestionar cualquier cosa. Si cuestionabas el covid-19 o la vacuna, te tildaban de antivacuna, fascista o, vete tú a saber, cualquier cosa. No creo que hayamos sacado nada positivo de esto. Veo mucho control social ejercido por parte de los Estados y de los unos a los otros, que es lo más terrible».

En Colombia hay casos de artistas, como Esteman, que al hablar abiertamente de su homosexualidad han perdido seguidores. También han ganado otros. ¿Te ha pasado algo parecido?

«Particularmente en mi música que no es canción romántica, no es de amor de pareja, ni de sexo, ni mujeres, siento que no influye tanto. Pero supongo que habrá gente que sí me ha dejado de seguir. De hecho, el público latinoamericano sí que es más proclive a eso, es una sociedad más tradicional. Hay mucho trabajo por hacer. Respeto al que no lo haga, pero creo que tenemos la responsabilidad de visibilizarnos. Eso ayudará a que otras generaciones lo tengan más fácil».

¿Cómo fue tu conexión con Latinoamérica? ¿Fue primero la música o el interés de conocerla?

«El vínculo con Latinoamérica surgió con la música. Por ella pude viajar y el camino alimentó, al mismo tiempo, mis canciones. El concepto Muerdo está muy ligado al viaje. Constantemente me estoy moviendo y recogiendo influencias que luego vuelco en sonidos. Este territorio ha sido una oportunidad para hablar del arraigo a la tierra, a lo rural, natural y espiritual que en Europa está un poco más diluido».

Finalmente, ¿cómo ha sido tu relación con Medellín?
«La he ido construyendo a través de amistades. Daniel Gutiérrez fue el promotor de varias fechas mías aquí en Medellín. Él me presentó un poco a la escena de cantautor. Me parece muy importante apoyar la escena local. Hay muchos artistas colombianos que ni siquiera tienen la oportunidad de subirse a una tarima de la Feria de las Flores. Abrirles el escenario y alimentarme de la escena musical de acá es importante».

«Tengo que vivir cantando hasta que me muera» fue la frase que cantó a capela y con la que, a las 10:50 de la noche, cerró su concierto. Sus palabras cobraron aún más sentido luego de escucharlo y de ver cómo el canto se adueñaba de su instrumento: su cuerpo entero. Artistas como Daniel Gutiérrez, Caro Jaramillo, Pala y Sebastián Franco de Calle Vaga fueron sus invitados. Seguramente quienes estaban allí coincidieron con el deseo de que Muerdo cante hasta que muera y ojalá que muchas veces sea en Medellín.

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